Zeke Wilki: el arte como acto de rebelión real

Zeke confiesa: “Me fui de viaje sin saber tocar la guitarra. Volví con un fuego adentro que no se apaga más.”

Zeke Wilki es un artista emergente que a menos de un año de su primer lanzamiento “Suave Despertar” ha estado revolucionando las redes sociales, las calles de Buenos Aires y toda Sudamérica.

Con cerca de 100.000 streams en sus pocas canciones de Spotify, 60.000 reproducciones en su corto paso por YouTube, más de 10k de seguidores en sus redes sociales, y habiendo tocado para más de 500 personas en Colombia; este artista vino a hacer ruido con temáticas disruptivas y ritmos variados.

“Rockero” en su columna vertebral, así como candombero, cumbiero y hasta psicodélico, este carismático artista fusión del Río de la Plata ha hecho un revuelo, envuelto de amantes de su música como efusivos haters en sus redes sociales.

Zeke Wilki en Gier Music

En esta nota exclusiva nos contará un poco de dónde viene este fenómeno del rock nacional argentino y hacia dónde va anunciando su próximo lanzamiento: “Soy un capo”.

Zeke: el arte que muta

Zeke Wilki no nació músico. Tampoco era actor. Ni poeta. Era un niño curioso que jugaba con sus primas a ser estrella de rock. Ya en ese entonces escuchaba a Queen, Los BeatlesSandro y Atahualpa Yupanqui en la casa de sus abuelos. Y entre CDs de Los Abuelos de la Nada, crecía una sensibilidad que aún no tenía forma definida.

Lo artístico lo atravesó primero desde el teatro, la poesía y el movimiento. Pero fue el viaje por Sudamérica el que detonó la mutación. Un día partió al norte argentino con una guitarra que no sabía tocar, sin guión, sin planes, sin certezas. En el camino vivió con poco, compartió saberes, atravesó peligros, se sostuvo en la conexión y la intuición. Y fue ahí, en la intemperie, donde las canciones comenzaron a caer como una dulce llovizna.

Zeke de niño jugando a ser músico

Zeke de niño con su prima jugando a ser músicos

La vida en la isla fue su escuela más radical. En el Delta, sin luz eléctrica ni comodidades, aprendió a convivir con el silencio, el tiempo lento, el ciclo de la tierra y los ritmos del cuerpo. La música llegó como síntesis: una manera de unir su poesía con las emociones que no cabían en palabras, y de compartir con otros esas verdades que el río le iba susurrando.

Zeke Wilki compone desde la raíz. Sus canciones son mezcla: de ritmos criollos y sudamericanos como candombe cumbia, bossa nova, chacarera, con la intensidad del rock y el groove del funk. Pero sobre todo, su música es mensaje: habla del vínculo con la tierra, de los procesos de transformación, de sanar con verdad, de descolonizar el alma y la cultura. Cada canción es una invitación a mirar más allá del velo, a preguntarse por el origen, por lo ancestral, por lo esencial, situado en tiempo y espacio.

Suave despertar es el primer lanzamiento de Zeke Wilki, donde se lo puede ver habitar la isla en la cuál compuso la mayoría de sus canciones.

Hoy prepara sus presentaciones en banda: “Zeke Wilki y la Hermanada”, porque no camina solo. Su propuesta, aunque lleva su nombre, se construye en manada, con su hermano de vida Rodrigo Granzella (bajista y productor), Ramiro Kowalski (productor y guitarrista), Zayo Rom (tecladista), Nelson Fernández (guitarra eléctrica) y el uruguayo Fede “Colo” Vernazza (batería). Ensayan, comparten y crean desde la amistad, el juego y el deseo de sembrar un arte que regenere.

Una charla con el "capo" de Zeke

“No me gusta hablar de lucha, prefiero hablar de presencia con conciencia.”
Aunque nos vemos seguido creo que esta pregunta no te la hice nunca ¿Cuáles son tus primeros recuerdos con la música?

¿Qué hacés Ro? Si, es verdad que nunca hablamos de esto.

Recuerdo cantar y bailar canciones de los Beatles y Rolling Stones en la casa de mi abuela paterna, ahi también jugaba a ser estrella de rock mientras sonaba Queen y Led Zepellin. En la casa de mis abuelos maternos recuerdo disfrazarme e imitar a Sandro bien “performático”.

Pero uno de los momentos más importantes fue cuando descubrí a Los Abuelos de la Nada, en especial la voz y la energía de Miguel Abuelo. El “Himno de mi corazón”  lo escuchaba todas las noches en mi discman antes de dormir, como una especie de meditación. Me estremecía.

Después empecé a explorar por mi cuenta el rock nacional: SpinettaCeratiBersuitLos Piojos.

Himno de mi Corazón de los Abuelos de la Nada, canción que Zeke escuchaba en su discman cada noche antes de dormir.

¿Tuviste dudas sobre tu vocación musical?

No lo viví como una duda, sino como una búsqueda. Siempre jugué a cantar, pero en la adolescencia me volqué al teatro. Fueron años de mucha exploración y juego escénico. Me formé en clown, teatro físico y dramaturgia. En el escenario encontré una forma de decir sin explicar, de habitar personajes para explorar verdades. 

El arte callejero fue mi gran escuela: actuaba en los subtes de Buenos Aires, compartiendo escenas con desconocidos, aprendiendo del cuerpo, el espacio y la escucha directa. Ese fue el puente hacia la música callejera, donde empezó a aparecer mi voz cantada. 

A los 22, la música volvió como una vieja amiga, justo cuando más la necesitaba. Y ya no se fue más.

Zeke Wilki en su época de Clown y arte callejero

Zeke Wilki defendiendo al arte callejero en su época como actor y clown en las calles de Buenos Aires.

¿Qué te impulsó a viajar por Sudamérica?

Fue un viaje iniciático, una búsqueda espiritual. Ya venía participando de ceremonias andinas y sentí un llamado fuerte a conocer esos territorios desde adentro, sin tiempo, conectando con comunidades que todavía sostienen esas sabidurías. También fue una forma de escapar de la ciudad, de buscar el monte, el río, la selva, el camino.

Ese viaje, que empezó con un amigo y se volvió solitario, fue transformador. Me enfrenté a desafíos extremos, aprendí muchísimo, viví el momento más impactante de mi vida… 

A ver eso… ¿Cuál fue el momento más importante en la vida de Zeke?

Me cayó un rayo acampando en una montaña de Bolivia. Literal. Sentí que me moría. Y después de eso, vivir volvió a tener otro sabor. Desde entonces, cada paso está atravesado por esa pulsión vital de transformación constante, la de alguien que no se conforma con una sola forma de habitar la vida.

Zeke Wilki en su viaje por Sudamérica

Zeke durante su viaje por Sudamérica

¿Tuviste dificultades durante tu viaje?

Claro que las tuve, era parte de la experiencia, la principal fue que viví con muy poco. Tuve momentos de mucha incertidumbre, de frío, de miedo. Pasé por situaciones peligrosas. Pero algo me sostenía: la confianza en el camino. El aprendizaje fue claro: soltar el control, confiar en la intuición, y recordar que el arte siempre encuentra su cauce.

¿Cómo influyó ese viaje en tu camino artístico?

Fue el punto de quiebre. Salí con una guitarra que me había regalado mi abuelo, sin saber tocarla bien, pero con muchas ganas de compartir. En Tilcara me animé a cantar “Buen día, día” de Miguel Abuelo en un mercadito, y sentí que algo cambiaba. 

Empecé a conectar desde otro lugar con la música de mi tierra: Atahualpa Yupanqui, Facundo CabralSpinetta, Mercedes SosaRubén Rada

En Melgar, Colombia, me invitaron a cantar en un escenario gigante para más de 500 personas, en ese momento tuve un fogonazo de claridad: ese era mi lugar. Era por ahí.

La aparición de las canciones de Zeke

¿Cuándo comenzaste a componer tus propias canciones?

Al ser repatriado a la Argentina en el contexto de la Pandemia por el COVID-19, me asenté dos años en el Delta del Tigre. Vivía solo en un arroyo virgen, sin electricidad ni gas.

Fue cumplir el sueño de niño: vivir en la naturaleza salvaje. Ahí, entre el silencio, los sonidos del monte y la lectura intensa —de autores como Huxley, Atawallpa Oviedo Freire, Galeano, discursos del Pepe Mujica y la cosmovisión andinacomenzaron a brotar las canciones. No componía desde la cabeza, sino desde el “estar siendo nomás”, y así se llamó mi primera canción. Como canta el pájaro o fluye el río.

Hijo de los Hongos fue el segundo lanzamiento de Zeke Wilki, en el cuál filmó un videoclip casero en las islas del Delta donde él habitaba.

¿De qué hablan las canciones de Zeke y a quiénes están dirigidas?

Mis canciones hablan de lo profundo. De la conexión con la naturaleza, de los ciclos, del amor, del duelo, del cuerpo, del deseo, de lo espiritual… pero también de lo político, de la descolonización cultural, de sanar memorias.

Están dirigidas a personas que están en procesos de transformación, que se hacen preguntas, que cuestionan no solo su vida, sino el mundo que habitamos. Gente que busca la raíz, el origen, que quiere comprender el pasado para reaprender a vivir el presente y co-crear un futuro distinto al que nos venden. Que valoran lo autóctono, lo latinoamericano, que no se conforman con la espiritualidad de cotillón que se vende en cuotas. Personas sensibles, valientes, que se animan a mirar lo incómodo con amor.

Entrevista a Zeke Wilki en el programa Cromatismos de Radio Zonica

¿Sentís que hay una dimensión política o activista en tu arte?

Sí, pero no desde el panfleto, sino desde el arte como acto de conciencia. Vivimos una policrisis ecológica, social y espiritual. Y creo que el arte tiene un rol clave para acompañar procesos de transformación. Desde el goce, desde la pregunta, desde el cuerpo. El artivismo —como forma de acción poética— me permite decir, incomodar, defender lo que amo. La música es mi manera de sembrar futuro.

Quiero que quien escuche mis canciones recuerde lo simple que es vivir, lo frágil que es todo, y que no estamos solos. Que somos parte de una red de vida más grande que nosotros.

Soy parte de una generación que elige hacer música desde el compromiso con la tierra, lo comunitario y la conciencia de especie. No me gusta hablar de lucha, prefiero hablar de presencia con consciencia. 

Zeke Wilki en el Salar de Uyuni

Zeke en el salar de Uyuni al amanecer.

Zeke… ¿Qué te gustaría despertar en quien escucha tu música?

Conciencia. Conciencia de que somos parte de una gran red de vida. Que esta existencia es breve, pero sagrada. Que hay belleza en lo simple, en lo real, en compartir. Quiero que mi música movilice, que pase por el cuerpo, el alma, el corazón. Que invite a jugar sin juzgar —como dice una de sus canciones— y a reinventarse desde el amor. Que despierte ese deseo de vivir despiertos y en conexión.

Zeke nos cuenta sobre su "estar siendo":

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Además de cantar, escribir y tocar la guitarra, me encanta jugar. A lo que sea. Fútbol, juegos de mesa, andar en bici, remar, bailar, cocinar… Me gusta moverme, estar en el cuerpo. En la isla disfruto abrir caminos con machete, hacer leña, remar entre los juncos o simplemente caminar sin apuro. Amo bailar con mi novia y también cocinarle a la gente que quiero —cocino mucho y me da alegría compartir eso. Me gusta leer, aunque últimamente no lo hago tanto como quisiera, y escuchar música o podcasts mientras hago cosas por la casa o la huerta. Soy muy de compartir con amigos, estar al aire libre, y cuando se puede, jugar un buen partido de fútbol.

Zeke, se nota cuando un artista moviliza y hace ruido muchas veces por el amor del público, pero también por el “Hate” ¿Cómo te llevás con eso?

Varios contenidos se viralizaron y me llegaron haters por todos lados. Me lo tomé con humor, sin sentirlo personal. Incluso armé una canción con los comentarios que me hacían. La crítica no me asusta, la incomodidad forma parte del camino. Además, generalmente el hate viene de una proyección, de no entender la ironía o de no bancarse la verdad. El estribillo de esa cancion dice “el que anda criticando tiene miedo de mirar adentro” Lo importante es que genere conversación, impacto y movimiento

Zeke Wilki en la Isla

Zeke Wilki en su hábitat de composición: Las islas del Delta.

Sé que estás preparando un tremendo lanzamiento, pero los lectores no… ¿Querés contarnos un poco de Soy un Capo?

¡Si! “Soy un capo” se trata de una sátira musical en clave funk rock que retrata al antihéroe espiritual: un personaje que intenta liberarse del ego… desde el ego mismo con prácticas new age y frases hechas, se muestra más preocupado por parecer “despierto” que por estarlo realmente. 

Ya me liberé del ego, yo soy un capo”, canta este antihéroe, sin notar la contradicción. Con humor, ironía y mucho groove, la canción apunta contra la superficialidad con la que hoy se vive (y se vende) lo espiritual. Habla de los “chupacuarzos”, esa gente que usa la espiritualidad como un catálogo de experiencias para sentirse especiales. Es una crítica con humor, pero también una invitación a reírnos de nosotros mismos.

El lanzamiento se viene con todo: hicimos un tremendo videoclip dirigido por Manu Goldschmit, y lo vamos a acompañar con un plan de marketing potente, lleno de contenido en redes, cartelería callejera, notas en medios nacionales e internacionales y más. Se viene algo que va a hacer ruido, en todos los sentidos.

Zeke en el rodaje de Soy un Capo

Imagenes exclusivas del rodaje de Soy un capo, brindadas a sermusicos.com

Gracias por esta nota Zeke, contame algo más… ¿Por dónde te suelen contactar para trabajar con vos?

¡Gracias a vos hermano!

Habitualmente me contactan por mi Instagram, donde además comparto adelantos, vivos y reflexiones. Tengo mis enlaces agrupados en mi “linktree”.

Hay una comunidad hermosa creciendo: se llama Hermanada Wilki (clic acá para entrar a la comunidad). Es un espacio para encontrarnos, compartir y estar atentos a lo que se viene.

Cuando es para hacer alguna nota o contratación me mandan a zekewilkioficial@gmail.com

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11 comentarios en “Zeke Wilki: el arte como acto de rebelión real”

  1. Siempre es un placer pasar tiempo con un hermano en el estudio, sobre todo alguien que tiene tanto que decir como Zeke. Gracias por compartirme tu tiempo y tus experiencias desde tiempos inmemorables, hermano.

  2. “El que anda señalando tiene miedo de mirar adentro”. Me encanta esa idea. Brindo por más gente haciendo lo que ama y menos bardeando al que hace. Salud!

  3. Me encanta el ritmo, la música y la impronta que le pone a cada tema, Zeke y lo mejor el tinte reflexivo que te dejan sus letras! Espero que mucha gente logre sentir y vibrar lo que genera su música. Éxitos zeke!!

  4. Gracias hermano, como siempre un enorme placer, jugar, charlar, divagar con vos… y palpitar todo lo que estamos sembrando juntos! … Vo’, so’ un capo!

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